Lo que La mayoría de las personas dicen acerca de Ensayo Sobre El Embarazo Adolescente

ensayo sobre el embarazo adolescente

Por norma general, numerosos trabajos ahora han señalado que en México las transformaciones socioeconómicas de los últimos decenios no han llevado a cambios significativos en la edad a la que se casan gran parte de las mexicanas. Únicamente las mujeres urbanas y con superiores escenarios de escolaridad muestran cambios significativos en la edad de su primera unión . No obstante, la misma concepción de adolescencia varía de cultura en cultura y en determinadas sociedades no existe este término. Asimismo el comienzo y más que nada el final de la adolescencia ha sido muy discutido.

En lo que se refiere a los factores socios a la continuidad de uso del condón, el modelo que presentamos aquí es el primero de los 2 estimados (véase el cuadro 6), en tanto que en el caso de las mujeres deja patentizar asociaciones importantes de dos variables (edad de la joven y duración del noviazgo) que no están dentro en el segundo modelo (en tanto que no enseñaron asociaciones bivariadas importantes con la continuidad de empleo del condón). Las mujeres arrojan un mayor conocimiento sobre anticonceptivos que el de los hombres (apunte que no nos extraña al considerar que la compromiso de impedir un embarazo se visualiza todavía como fundamentalmente asunto de mujeres). El paso inicial fue comprobar mediante el análisis factorial, la posibilidad de que los ocho ítems se agrupen de manera consistente en un solo indicio.

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En su mayoría quienes han ejercido esa crueldad en contra suya fueron la pareja, el esposo o novio, algún familiar, los compañeros de escuela o trabajo, alguna autoridad escolar o laboral, los amigos, vecinos, personas de su ambiente próximo y en el final personas ignotas. Cifras de la Encuesta Intercensal del INEGI 2015, detallan que en México radicaban 19.4 millones de pequeñas y adolescentes mujeres menores de 18 años; de las que 2 de cada 100 niñas de 6 a 11 años no asistían a la escuela; 18% de las adolescentes de 16 y 17 años declararon no haber terminado la secundaria o tener un nivel de escolaridad menor y 1 de cada 10 de 5 a 17 años que charlaba lengua indígena, no asistía a la escuela. Durante 2015, cifras del INEGI revelan que 49% de niñas y jovenes de entre 5 y 17 años trabajaban; 7.8% de mujeres jovenes tuvo un hijo; 10.1% de las adolescentes y jóvenes de 15 a 19 años dejó la escuela pues se embarazó o tuvo un hijo y 13.1% lo hizo gracias a que se casó.

Alerta: Embarazo Adolescente

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“A una joven deprimida le va a ser mucho más difícil combatir la maternidad, no tendrá buenos cuidados en el embarazo y en el posparto no va a poder brindarle cuidados de calidad a su bebé. Los hijos de estas chicas adolescentes a lo mejor son atraídos por la familia y los cuida todo el planeta, pero a lo mejor no tienen una relación tan directa con sus propias mamás”, comentó la doctora Lara.

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En cada caso se estimó un primer modelo que abarca todas las variables independientes definidas, y un segundo modelo que incluye sólo las que detallan una asociación bivariada importante; los resultados son prácticamente exactamente los mismos (en la medida en que una sola variable, la edad a la primera relación íntima, resulta excluida en el segundo modelo). El primer indicio se deriva de las preguntas sobre empleo (en algún momento, en algún relación) de todos los métodos anticonceptivos “¿Han empleado… condón, condón femenino, pastillas, ritmo, retiro, óvulos o jaleas, DIU, anticonceptivos de emergencia o Norplant o inyecciones? La información recabada deja claro que el procedimiento que más emplearon los jóvenes de esta exhibe fue por mucho el condón masculino, seguido a mucha distancia por el retiro, el ritmo y las pastillas. No solo la duración de la relación, sino más bien asimismo su calidad y su naturaleza influyen en la utilización de anticonceptivos que pueda llevar a cabo la pareja. La mala calidad de la relación perjudica de manera negativa el uso del condón (Katzet al., 2000; Manninget al., 2007), y las relaciones establecidas o exclusivas dan paso a la interrupción del empleo de condones (Misovichet al., 1997; Katzet al., 2000; Civic, 2000) y a su sustitución por otros métodos, comúnmente hormonales (Seal y Palmer, 1996; Lameiraset al., 2008).

En el momento en que no son atendidas, estas adversidades se perpetúan en desventajas durante toda la vida; es frecuente que los hijos de mamás jovenes muestren con más grande incidencia atraso académico y más grande peligro de deserción escolar. La escolaridad influye directamente en la propensión de quedar en situación de embarazo, como se mencionó antes. La educación formal, cuando menos la obligatoria, debe integrar la educación sexual de manera abierta, pues la carencia de afecta al campo educativo, afectivo, social, laboral y de salud.

Los hallazgos revelan que tener un embarazo previo está asociado con rezago educativo, con cohabitar con la pareja y con un nivel social y económico bajo. Hasta entonces, el rezago educativo exhibe una asociación con el antecedente de embarazo alguna vez en la vida. Al analizar la información del total de mujeres adolescentes de 12 a 19 años de edad (8.9 millones de mujeres jovenes), 20.5% tenía vida sexual activa (1.8 millones); de este porcentaje, 52% habían estado embarazadas en algún momento en su historia, de las que 7.8% se encontraba cursando su primer embarazo al momento de la encuesta.

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