La verdad oculta sobre Hipotesis De Embarazo En Adolescentes Pdf

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En este sentido, el fenómeno del embarazo en pequeñas y jovenes indígenas debe considerar las políticas poblacionales y sociales vistas a través del prisma de sus particulares etnias. Las adolescentes que más se ven perjudicadas por este fenómeno son las que pertenecen a ámbitos socioeconómicos menos favorecidos, lo que evidencia las inequidades sociales (Guzmán y otros, 2000; Ordoñez y Murad, 2000; Flórez y otros, 2004). En el análisis del embarazo y maternidad joven, asegura que este fenómeno está asociado a efectos negativos a largo y corto plazo en el desarrollo económico de las jóvenes, ya que incrementa la desigualdad e impide salir de las trampas de pobreza. Por consiguiente a corto plazo, se presenta la deserción educativa y la madre joven limita su inclusión en el mercado de trabajo para sostener la crianza de su hijo, lo que perjudica por su parte el aprovisionamiento de las necesidades básicas en ese núcleo familiar (Flórez y Soto, 2005). Mientras que en el largo plazo (Gaviria, 2000; barrera e Higuera, 2004) sostienen que este fenómeno afecta la posibilidad de acceder a mejores trabajos y crea una baja acumulación de capital humano, lo que produce más pobreza, estas familias quedan atrapadas en la trampa de pobreza y se forjan superiores niveles de desigualdad. Frente a la complejidad del problema los especialistas en la materia han señalado que la mejor solución es la prevención mediante estrategias integrales que garanticen los derechos de las y los adolescentes.

Entonces, el joven informó a sus padres del hecho y acerca de su intención de vivir con ella.
Tercero, el probable poco conocimiento sobre anticoncepción por parte de la pareja, que los llevó a confiar en un procedimiento clásico bastante incierto como el coitus interruptus, si bien aquí también pudo intervenir una escasa preocupación por un posible embarazo, dada la situación de compromiso matrimonial que existe.

El 90% de las adolescentes abandona la escuela por la maternidad, indicó la maestra Ena Niño Calixto, académica del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM. Pero lo anterior no significa que el Estado haya cumplido con garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las adolescentes indígenas. Por norma general, en las instancias gubernativos se representa a quienes integran a los pueblos indígenas como asexuales, pero contradictoriamente más fecundas que el resto de la población, subrayando políticas de control de fecundidad y también impidiendo la libertad de decidir el número y esparcimiento de las hijas y los hijos por medio de la imposición de métodos anticonceptivos y esterilización obligada cuando las mujeres asisten al sistema de salud. Esto distancia a las indígenas de estos espacios para recibir información, conocimientos y atención. La implantación del sistema neoliberal y el incremento de la pobreza estructural fomentaron la política de la familia pequeña sobre todo a partir de 2 estrategias. Por una parte, se apostó por reducir el número de embarazos y nacimientos para evitar la mortalidad materna e infantil y por otro lado, desde una perspectiva más malvada, se buscó que bajaran los niveles de pobreza de los grupos sociales más damnificados evitando que “los pobres seguirán reproduciéndose”.

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6 Para nuestras entrevistas, tanto particulares como grupales, queríamos trabajar en una colonia de clase media alta del sur de México, definido y delimitado territorialmente, en el que ya habíamos hecho el trabajo etnográfico, pero debimos renunciar a ello y trabajar a través de contactos con adolescentes de estas familias en escuelas reconocidas como pertenecientes a este campo de la población, puesto que no pudimos conseguir el acceso a las familias en sus hogares. Reartes, 2001, «Estudio de caso. Programas de salud reproductiva para jovenes en la localidad de México», en M.

En el otro radical de la escala popular, en la clase media alta, donde la adolescencia se extiende más allá de la segunda década de la vida, entrevistamos jóvenes que tenían entre 17 y 23 años de edad. Las edades de nuestros informantes del ámbito habitual urbano de la población fluctuaron entre los 16 y los 19 años de edad. En un país con índices tan altos en embarazos en adolescentes, abuso sexual infantil, violencia de género, feminicidios y otros severos inconvenientes, es esencial y urgente proteger los derechos humanos de dichos conjuntos vulnerables directamente. De este modo, la Corte utiliza el derecho a la salud como un complemento al derecho a la educación para comprender de manera holística y progresiva la importancia de esa rama de la educación para el desarrollo íntegro de los niños, pequeñas y adolescentes.

Aspectos Biopsicosociales Socios Al Embarazo Adolescente

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Tendencias y perspectivas sociodemográficas hacia el siglo XXI, CONAPO/FCE, México. Una tercera recomendación sería detallar un subsidio de urgencia de seguridad popular universal para familias que padezcan acontecimientos aciagos en los que su subsistencia sea puesta bajo riesgo, introduciendo la desaparición inmediata o la discapacidad del jefe de familia, independientemente de sus condiciones de empleo. Tercero, el probable escaso conocimiento sobre anticoncepción por parte de la pareja, que los llevó a confiar en un procedimiento clásico bastante incierto como el coitus interruptus, aunque aquí asimismo ha podido intervenir una escasa preocupación por un viable embarazo, dada la situación de deber matrimonial que existe. La libertad de la que gozaba Natalia para salir con su novio, dada la seguridad que le habían otorgado sus padres -alentada indudablemente pues veían al novio como un prospecto adecuado para transformarse en su yerno- y, quizás, las pocas posibilidades de supervisión o vigilancia por la parte de los padres. Está también el elemento de desavenencia entre los padres, por los celos del padre hacia la madre.

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Si bien existe un consenso entre los gobiernos, la academia y las organizaciones de que el embarazo en adolescentes indígenas es un problema vinculado con diferentes causantes de peligro estructurales y culturales, es necesario tomar en cuenta la diversidad étnica, de clase y del territorio de los cursos de vida de quienes tienen dentro estos grupos para detectar otras cosas que no solemos contemplar y, por tanto, no son atendidos en las políticas y programas que atienden este fenómeno. Los distintos enfoques coinciden en que las desigualdades sociales influyen en las vulnerabilidades y capacidades para la salud, lo mismo que en las conductas y modos de administración relacionados con la misma. También que la exclusión es dependiente de condiciones exógenas a la red social indígena. Existen modos concretos de concebir el cuerpo, la sexualidad, la reproducción y la salud que, no obstante, no deben ser útil para que las instituciones dejen de atender estos temas con políticas y programas de atención para las ciudades específicas. Todas estas situaciones tiene un encontronazo distinguido para mujeres y hombres, de esta forma para los diferentes conjuntos etarios. Las y los jovenes indígenas, más que nada de estratos sociales más depauperados, quienes no acuden a la escuela, no pueden entrar al sistema de salud, o quienes están en contextos de desplazamiento forzado o migración, combaten una secuencia de condiciones de vulnerabilidad que les imposibilitan ejercer de forma plena sus derechos humanos en general y sus derechos sexuales y reproductivos en específico. Aunque el embarazo a temprana edad se piensa como inseparable a las sociedades indígenas, este obedece a causantes históricamente conformados y concatenados.

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En tales casos, la maternidad temprana es prácticamente la única opción disponible y funciona como un puente hacia el reconocimiento popular y la edad adulta. La situacion de Natalia, del sector habitual, permite apreciar otro tipo de elementos de puerta de inseguridad social que tienen la posibilidad de existir a fin de que ocurran embarazos considerados como «tempranos». De verdad se habla en un caso así de lo que podría llamarse como una concepción prematrimonial. Todo iba encaminado a que Natalia se casase con su novio cuando este terminara la preparatoria. Dada la tradición y la regla social existente en estos ámbitos sociales, indudablemente se hubiese embarazado poco tras casarse antes de sus 20 años, por lo que su embarazo de todas formas sería considerado «temprano» en términos sociodemográficos y de la norma sanitaria. Sin embargo, el embarazo sucede antes del matrimonio, de manera inesperada, no planeada -sería definido como un embarazo «no esperado» según los controvertibles criterios en boga. Sólo algunas de las chicas que viven en contextos sociales marginados se embarazan siendo adolescentes.

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