La ultima Guía para Impacto Social Del Embarazo En Adolescentes

impacto social del embarazo en adolescentes

Aunado a estas condiciones de violencia sexual a las que están expuestas ahora mismo miles de niñas y adolescentes en México, el Fondo de Población de las Naciones Unidas ha advertido que la contestación de emergencia al brote del COVID-19 también puede repercutir en el desvío de recursos para los servicios de salud sexual y reproductiva con el propósito de llevar a cabo en frente de la pandemia. El comienzo de la actividad sexual constituye una transición crucial en la vida de las mujeres jóvenes, quienes no prosiguen la secuencia tradicional de tener relaciones hasta después del matrimonio o unión. Los patrones del curso de vida están intensamente vinculados al sitio que llenan las mujeres en la composición popular, según el Consejo Nacional de Población . De esta manera, las jovenes que deciden ser madres tienen que hacer frente a la resistencia del ambiente social, la cual puede traducirse en el rechazo de la familia, la expulsión de la escuela y la pérdida o disminución de su red social de amistades.

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Una cuarta sugerencia sería la de considerar la posibilidad de instituir algún tipo de acompañamiento básico o de seguridad popular para los propios jovenes de familias pobres, en tanto que la idea de que tienen sus padres para la continuación de sus estudios es, entre otros aspectos, de manera frecuente incorrecta. En México, solamente 50 por ciento de la población está cubierta por uno de los sistemas de seguridad social, que incluye ingreso a servicios médicos, pensiones por incapacidad temporal o permanente y para la vejez y el retiro, permiso de maternidad, tal como el ingreso a otros servicios sociales y prerrogativas, que habitualmente incluyen campos deportivos y ocupaciones culturales y educativas. Estar o no cubiertos por uno de estos sistemas podría ser un indicador de puerta de inseguridad popular. La gran importancia que aparentemente tienen las redes de acompañamiento fiables y equilibrados, al saber la mayor o menor puerta de inseguridad de las jóvenes a embarazarse temprano en sus vidas.

(United Nations, 1989; Alan Guttmacher Institute, 1990; Bongaarts, J. y Cohen, 1998). Por consiguiente, muchas organizaciones multinacionales y también internacionales, tal como gobiernos y organizaciones no gubernamentales dedican cada vez mayores recursos para lidiar con estos problemas. De los dos millones de nacimientos al año que se registran en México, la quinta parte se ajusta a mujeres inferiores de 19 años. En la Ciudad de México, 76 mil jovenes se embarazan cada año, 80% deja sus estudios. El embarazo temprano repercute en la salud física y emocional de la madre y de su hijo; en la mayor parte de las situaciones, las adolescentes tienen información sobre anti concepción pero no la ponen en práctica. En las investigaciones en todo el país se reporta que prácticamente una de cada diez mujeres tuvo una violación sexual en la infancia.

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Sabiendo la vivencia de las mujeres entrevistadas, es más recurrente que las adolescentes fueran alumnos en el momento en que se embarazaron a que hayan abandonado los estudios previamente, lo que no significa que esto último no ocurra. De hecho, ese es el caso de 4 de las mujeres que fueron madres jovenes, si bien las catorce sobrantes eran estudiantes en el momento en que quedaron embarazadas. El estudio se hizo a través de entrevistas a mujeres de estratos medios bajos y bajos, habitantes de 2 distritos de Asunción. La selección de los distritos para el trabajo de campo se realizó en conjunto con investigadores locales. Así, se seleccionaron Chacarita y Barrio Jara, que tienen un simple acceso al centro de la región, a los servicios públicos y particularmente a escuelas primarias y medias.

Otro aspecto que distingue a las jovenes embarazadas que prosiguieron sus estudios es que continuaron viviendo en la casa familiar, sin conformar una pareja conviviente. Esto, sin lugar a dudas, ha cooperado para que preserven el rol de hijas dentro del hogar y tengan una actitud más receptiva y obediente hacia las preferencias familiares. Aun con las limitaciones que supone el bajo número de casos, sus historias presentan algunos rasgos distintivos que contrastan con quienes abandonaron la escuela.

La tasa de embarazo adolescente en México fué disminuyendo durante los últimos veinte años, pero aún es relativamente alta, de 81 por mil (Menkes y Suárez, 2002).2 Se estima que precisamente 40 por ciento de estos embarazos no son deseados (Zúñiga, 2000). Existe prueba de grandes diferencias entre las distintas clases sociales, estratos o grupos en la incidencia del embarazo joven, pero estas diferencias no han sido analizadas sistemáticamente. Las estadísticas revelan que cada año se muestran en torno a embarazos en jóvenes adolescentes.

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En términos generales, las edades de los adolescentes y los jóvenes que entrevistamos iban desde los 15 a los 24 años. En el contexto marginal urbano, donde la infancia acaba bastante temprano, entrevistamos a jóvenes de entre 15 y 21 años. En el otro extremo de la escala social, en la clase media alta, donde la adolescencia se extiende alén de la segunda década de la vida, entrevistamos jóvenes que tenían entre 17 y 23 años de edad. Las edades de nuestros informantes del sector habitual urbano de la población fluctuaron entre los 16 y los 19 años de edad. Pensé que el término «vulnerabilidad popular» puede expresar muy bien esta combinación de componentes y decidí comenzar por ilustrar su significado, lo que forma el principal objetivo de este artículo. En Ecuador, dos de cada tres jovenes entre 15 y 19 años, sin educación, son madres o están embarazadas por primera vez .

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